hilos con suerte

Algunas veces presento algún escrito a algún concurso. Por probar, por curiosidad, y para mi sorpresa, alguna vez, algún jurado me creyó merecedor de algún premio.

Así que un día decidí escribir algo que se pareciese a un libro, con sus páginas divididas en capítulos, su historia lineal trenzada,... Ese libro: "No hay nubes de crema" se puede leer online y si alguien lo quisiera físicamente, podría pedirlo.

Aquí dejo espacio para los textos con los que he resultado premiado y un breve resumen de ello con aspecto de inventario.

Autor de un poemario publicado por “lawebdelpoeta.com”.

Autor del libro No hay nubes de crema                                                        

Autor del poemario Gallaecia Caminus

Autor del libro Jesús Barreiro Vázquez, un cura para Cangas. Genealogía.



→ Accésit Premio Cartas de Amor Cangas, Año 2007

Accésit Premio Cartas de Amor Cangas, Año 2007

Ganador Premio Cartas de Amor Cangas, Año 2013

Ganador Premio Relatos Violencia Genero, Asociación Fins, Pontevedra 2013

Ganador Premio Poesía Xoan Illa Couto, Poio 2017, 2019

Finalista VI Certamen de Relato Corto, FANPA 2017

Seleccionado para Antología del XI Concurso de Poesía “Versos en el aire”. Diversidad literaria, 2021

Segundo finalista I Certamen Poesía “Una rosa para mamá”, Cangas, Junio 2021

Seleccionado para Antología del VII Concurso internacional “Erotismo poético” Diversidad literaria, 2021

 

       Veintiséis de enero. Ya hace cuatro años que estamos juntos, ¡cuatro años!; y aunque no sé exactamente lo que piensas tú, yo aún tengo la impresión de que nuestro amor jamás caducará.
            Te quiero porque nunca me dejas sola, siempre estás a mi lado, acompañándome a cualquier lugar al que yo vaya, sin prisas, sin estar pendiente de fechas ni de horarios, como un verdadero amigo. Porque me secas las lágrimas si se me desnuda el alma, dándome el aire que necesito para seguir viva. Te quiero porque me apaciguas en el dolor, porque curas mis heridas; porque me permites compartir tu amistad, tu compañía, tu delicadeza, te quiero  porque ríes conmigo mis alegrías, porque sabes comprenderme, porque contigo siempre aprendo de la vida, por tu infinita paciencia al enseñarme.  
Te quiero porque siempre tratas de arreglar todas mis equivocaciones y errores y por más que me equivoque, sé que seguirás fielmente a mi lado sin recriminarme por ello; te quiero porque sé que nunca me darás la espalda; porque callas mis defectos y mis secretos con la misma firmeza y convicción que yo callo los tuyos.
Te quiero porque cada gesto que haces, cada palabra, cada mirada tuya fluye sincera y espontánea desde tu corazón. Te quiero tanto que tengo miedo a que pueda llegar un día en el que tu sombra pueda herirte el alma, por lo que siempre que me sea posible, prometo interponerme entre ella y tú para servirte de protección y que ni la más débil brisa pueda causarte daño.
Te quiero tanto que mis ojos son incapaces de mentirte, aún en los pocos momentos en que te muestras enfadado conmigo; te quiero incondicionalmente, incluso cuando la aburrida rutina parece invadirnos.
Te quiero porque hace ya una semana que llegó el frío, y cuando voy a dormir, me esperas para arroparme sin que te lo pida, - aunque duermas… te despiertas para que yo no pase frío de noche, abrazándome con dulces palabras – y, a mi manera te lo agradezco siempre.
Te quiero por tu cálida forma de cuidarme en los días de invierno, en los que el cielo deja resbalar su llanto de agua, te quiero por la forma que me abrazas con susurros tiernos, por la forma en que tus caricias me apartan del miedo y de la incertidumbre que esconden las encrucijadas del destino.
Te quiero porque cada día haces lo imposible para poder estar a mi lado, para pasear juntos por campos verdes, por playas semidesnudas, cuando los atardeceres las hacen aún más bellas, y yo camino feliz, tranquila, porque todo aquel que se cruza con nosotros me mira envidioso, con los ojos vidriosos, confirmándome lo afortunada que soy al tenerte a mi lado.
Te quiero porque siempre sabes indicarme la salida en cada laberinto en el que me adentro, la solución a mis jeroglíficos; porque me conoces mejor que nadie, porque a tu lado se iluminan las noches más oscuras.
Te quiero porque desde que te conocí, mi corazón ya no sangra, porque son tus latidos los que me dan la vida, porque a tu lado encontré la felicidad, esa… a la que tantos y tantos aludían, y que hasta que llegaste a mi vida, no conocí, esa… a la que desde entonces no dejo escapar.
 Te quiero porque tantos te quiero no pueden ser en vano, porque mis sentimientos por ti no pueden quedarse en el cajón del olvido, porque tengo la certidumbre de que ya no sabría vivir sin ti, porque tu eres agua para mi sed, la esperanza de mis anhelos, la huella de mis pasos, el sosiego en mis prisas, el refugio de mis quebrantos,  el aliento de mis ahogos...
Te quiero aunque no te diga cuanto te quiero, aunque estés cerca de mi, aunque te encuentres lejos; siempre estoy pendiente de tu regreso, pendiente de tu voz; siempre estaré contigo compartiendo cada segundo de mi vida, tan cerca de ti como me dejes, tan cerca como para oír los latidos de tu corazón.
Te querré hasta que mis fuerzas me dejen hacerlo, porque mi alma y mi corazón ya nunca podrán separarse de ti; tanto te quiero que, aún si me abandonases, yo… no podría dejar de quererte, yo no podría seguir viviendo sin ti.
Te quiero porque fuiste tu quien me elegiste entre millones para compartir tu vida.
Te quiero tanto que sé que no hace falta que mis ladridos te lo hagan saber.

Accesit Premio Cartas de Amor Cangas, 2007

→ Ganador Premio Cartas de Amor Cangas, Año 2013

          ¡Buenos días.!
Aquí estoy como cada 17 de Enero. Ya se ha convertido en rutina escribirte, y tal vez lo siga haciendo por eso; por no desviarme de la rutina. Hablando de rutina, tan acostumbrando estoy a ella, a leer las necrológicas en que se han convertido las páginas del Faro que ojeo cada mañana o del Telediario con que ceno todas las noches que parece que las últimas noticias de estos días son como los veranillos de San Martín en Noviembre. Parece que dios no hizo el mundo tan perfecto.
         Con esta, ya son 38 los 17 de Enero con carta y casi ya no queda nada de aquellos mozos que éramos cuando nos casamos. Ni tan siquiera estamos para pasear nuestros 70 años examinando obras de pisos que jamás compraremos.
 - Hasta que la muerte os separe – dijo aquel esperpento vestido de cura en medio de una fiesta comedida –nunca supimos dejar de ser humildes. ¡Siquiera un mísero día!
Tiene su aquel que yo que no pisé iglesias más que lo obligado –siete veces: los cuatro entierros que llevamos a la espalda, (tus padres, los míos), ese mismo día de la boda y los dos bautizos de estos dos elementos- ¿Siete? Me parece que no fui tanto al campo de fútbol.
- Hay que ser creyente – decía el tonto del alzacuello.
Menos mal que nunca lo fui porque la desilusión iba a ser monumental.
Pues aquí estoy, treinta y ocho años después, menos creyente aún, pero aquí estoy. Si cabe más tonto que aquel parvo. Cada noche viendo el Telediario, sólo. Igual de sólo que me despierto cada mañana.
Ayer antes del telediario pusieron un documental sobre las SS alemanas. No me hablas, tengo tiempo para todo. En Teledeporte, todo era repetido, las tertulias políticas ya hace tiempo que no me interesan, demasiado tengo con las necrológicas del Telediario así que nazis para cenar,
Unos cabrones, más aburridos que yo, - mira que tenían tiempo libre para pensar como destrozar a los judíos. Para hacer todo eso hay que tener mucho tiempo para pensar. Igual un bisabuelo do Alzheimer ese fuera un general da SS.
Mierda… ya estoy otra vez con el tema de siempre. Olvídalo.
 Quería decirte simplemente que debo ser más parvo que el cura. Aquí sigo después de treinta y ocho años, más ateo que un baúl, esperando… la cosa es que ya no espero nada, hay días que por no creer ni creo eso de que la muerte vaya a separarnos.
Tiempo atrás esto de las cartas esto de las cartas tenía otro sentido, te escribía mis boberías – ya sabes que yo fui siempre de hacer el bobo- tú hacías que te hacía gracia y reías, entonces reíamos los dos, nos dábamos un caprichito, una cena, … un algo…
Ahora no. Ya hace tantos años que el puto general de la SS comparte vida con nosotros que tengo que volver a leer las cartas que guardabas en el cajón de la mesilla de noche para recordar como eras hace tan sólo nueve años. Es más, hasta leyéndolas, me es difícil imaginar que antes de lo que eres ahora, pudieras  haber sido otra cosa.
Y así con todo aquí estoy, sin que me hables, acostumbrado casi a que siquiera tuerzas la vista cuando te hablo, cenando solo todas las noches frente al Telediario como si me interesara lo que el señor de la cortaba verde me quiere contar.
A veces envidio la suerte que tienes al no enterarte en lo que se está convirtiendo el mundo. No es aquel en el que nos casamos.
No sé si me dejo algo. No importa; ahora te cuento lo que se me ocurra cuando vaya para cama. Seguro que aún estás despierta y aún después de tantos años me quedan mil cuentos que contarte.
P.D. Casi me olvido,  dejo la carta en el mismo sobre que las ocho anteriores. Un día de estos te las vuelvo a leer.
Te quiero. 

Premio Cartas de Amor Cangas, 2013

→ Ganador Premio Relatos Violencia Genero, Asociación Fins, Pontevedra,2013

— Eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo—le dijo cuando se despidió de ella el día que la conoció.
— Deja que lo hago yo. Tú no sabes— le dijo en la segunda cita, cinco minutos antes de besarla por primera vez, solo porque tardaba en descargar una aplicación para el móvil.
— Recoge todo que es tarde —le dijo después de pasar la primera noche juntos cuando aún estaban en tiempos de despedirse con flores y notas manuscritas sobre el colchón.
— ¿De qué hablabais? —le preguntó cuando la descubrió desde la ventana de la oficina hablando amigablemente con un hombre en la acera, sin saber que ella venía a buscarle ni que simplemente le estaba dando indicaciones de cómo encontrar la farmacia al hombre que se había perdido.
—¡Cállate! —le dijo un día en el que el fútbol era más importante que su conversación; un día en el que todo empezaba a ser más importante que ella.
— Solo un fue un mal día —le dijo al médico mientras le contaba fracturas en las costillas y le suturaba las lágrimas del alma.
— No sé qué pudo pasar —le contó a la enfermera cuando tuvieron que asignarle habitación y cama en el hospital.
— No me explico qué pudo pasar —dijo alguien mientras la arena cubría la tapa de madera. 

Premio Asociación Fins. Violencia género, Pontevedra, 2013

→ Finalista VI Certamen de Relato Corto, FANPA 2017


   O banco da alameda


    Os bancos roídos que enchen as alamedas distinguen ás persoas. Para quen vai de visita, un é igualiño ó outro. E ese, a todos os demais. Iso non ocorre con quen chega de novo ó parque coa intención de quedar nel. Hai tantas diferenzas entre un banco  e outro que a Sebastián lle custaba crer que alguén non parara a elixir.

         Dende seu banco víanse as fiestras do hospital. En realidade, enteiras tan só víanse dúas: a maternidade e a da sala de xerontoloxía. Chegaba dabondo.
            E alí, no banco, no seu, o home vía o camiñar das vidas de unha fiestra cara a outra. Vía coma os berros dos meniños calmaban os tusidos xa afogados dos vellos xa en prórroga.
            Cando un chega ó parque para quedar, co tempo, adoita pasatempos que o enganen, que lle alarguen ou encollan o tempo a vontade, aínda que sexa mentira. Aínda que Sebastián soubese a mentira.
            E, por suposto, eses pasatempos non sempre son adiviñar conversacións ou de que cor van ser os calcetíns do seguinte paisano que cruce o banco. Mais tétrico, mais divertido, mais ruín lle resultaba imaxinar de que xeito aquel meniño que berraba por primeira vez na vida ía converterse naquel outro vello de ollada xa perdida nalgún lugar entre os dous lados da vida.
            O pero do pasatempo era que Sebastián sempre remataba preguntándose onde estaba el. Mais preto dos afagos, dos abrigos, dos patuquiños de cor; ou se das olladas perdidas que postas a perder, perderan as bágoas, das ausencias… ou xa dos zapatos negros, ben limpiños, ben cubertos de betume , sempre preparados para a derradeira estrea. 
            Iso o asustaba. Cando paraba a pénsalo, o certo é que moito non lle gustaba aquel xogo, pero tiña tanto tempo que deixar correr…

Finalista VI Certamen de Relato Corto, FANPA 2017 


→ Ganador Premio Poesía Xoan Illa Couto, Poio 2017, Poio 2019

 Tarde...

Tarde dubidei eternidades febles
tarde busquei pegadas no deserto
e que cedo túas mans xa non morrían nas miñas.
Que cedo os escuros dos beizos sen memoria,
E que tarde para fuxir de cárceres de ferro.

Tarde enroquei reis á morte
tarde, tarde para apostar vidas ós infernos,
tarde para amordazar as túas feridas
para usurpar verdades á mentira
tarde, moi tarde para frear o tempo…
Tarde…

Tarde aluguei un corazón en quebra,
… que cedo comprendín que Agosto era inverno.
E que este puto alzhéimer non claudica
que non cansa de converter soños en teimas
… de asolagar o futuro baixo mil medos.

Demasiado cedo para que xa non trocaran ontes
moi tarde xa para que volverán os cedos;
flor de pascua, sopro de morfina,
cedo para ver desangrarse a vida
tarde para pendentes: bicos, bçagoas, desexos…
Tarde…

Tarde…
E non esquecín que quixen quererche,
tarde a cruz, puntual o medo,
a media, a metade, tarde a misa,
aqueles latexos das caricias esquecidas,
as acuarelas que pintan chuvieiros.

Tarde para chorar os ontes que mal vendín
as luces de abril, os xaneiros de vento,
… e que cedo fun bágoa orfa, morto en vida,
baile sen música nin compás, soga asasina.
cedo bágoa orfa ás portas daquel inferno.
Tan cedo…

E foi tan tarde…
Tarde para axiñas, tarde para presas,
para ve-lo mundo como o ven os nenos,..
axiña as mañás mais frías cas noites frías,
cedo para que chegaras, alzhéimer. Punto final.
Que cedo fixose tarde. Que cedo esvaécese o tempo

Premio Xoan Illa Couto, Poio 2017


Xuntas dúas palabras e nace unha poesía

Ondas no mar, cantares de belas sereas

Soños, paz, amor, vida, os teus lemas

Es a pausa na que cicatrizan as feridas.

 

Son teus ollos de negro betume e brétema

Auxilio do necesitado, a túa premisa

Negras as noites, baleiras sen túas rimas

Tea de alento, sangue das miñas veas;

Ogallá a voz de betume que nos vixía

Saiba que xamais lle escondiches letras

 

Riso que sutura calquera fenda

Ombreiro de bágoas descosidas,

De grises-brancos, de dubidas

Rede eterna onde choran penas infinitas,

Infinita túa bondade coas almas perdidas

Gorxa de loitador, anxo na terra;

Unha noite cando esvare a túa vida

Entre lóstregos de escuma e crema

Zurcirache Cristo o derradeiro poema

 

… e enmudeceu Pepe Poeta

deixando espida a páxina

coxas estrofas sen rima

orfos os acentos sen verbas

 

pinceis sen acuarelas

coroas sen flores nin espiñas

epitafios que liscan de firmas

só a noite, noites que calan poemas

 

… e esqueceranse

os latidos dun corazón de estrea

as miradas que xa non miran

os trens sen hora de saída

te queros tatuados en nubes de crema.

 

… e amencerá unha estrela

e das nubes hoxe caladiñas

choverán mil poesías,

choverán mil versos de seda

 

e morreu seu reloxo de area

e caladiña, a brisa

levouse unha alma espida,

apagouse a chama daquel poeta.



A José Santos, Pepe poeta


Premio Xoan Illa Couto, Poesía 2019 

→ Seleccionado para formar parte de la Antología del XI Concurso de Poesía “Versos en el aire”. y Ganador Premio Mama Rous, Cangas, Junio 2021

                un renglón escrito,
                un último te quiero
                un cosido a un zurcido
                una cuenta atrás, un verso;
                
                un lunes perdido
                una tristeza hecha lamento
                un salto al abismo
                una cárcel, un lienzo,
                tu ausencia, mis heridas
                la soga que me compró la vida
                aquel veinte de febrero.

Seleccionado para Antología XI Concurso "Versos en el aire" + Premio Mamá Rous Cangas, 2021


                un surco, una caricia, una cremallera
                los dedos descendiendo al sur de tu espalda
                un susurro, un jadeo abrazado a la almohada
                una comisura, una cintura que espera...
                
                las ganas de viajarte entre mil paradas
                un fuego queriéndose apagar en tu hoguera,
                mi puerto, mi brújula, mi desnuda sirena
                aire de mis noches, luz de mis mañanas.

Seleccionado para Antología VII Concurso "Erotismo poético"